Con el lanzamiento de Bulla en 2020, Martín y sus socios se propusieron crear un espacio que capturara la esencia de la cocina española tradicional, con una variedad de platillos representativos de diversas regiones culinarias españolas. Con un ambiente que mezcla lujo y desenfado, Bulla ofrece una experiencia auténtica en el corazón de Polanco.
Podría decirse que Bulla Polanco es dos restaurantes a la vez. El primero es un restaurante de mesas para varias personas, de dos o tres tiempos, una o dos botellas de vino y un postrecito para endulzar el paladar. De entrada puedes pedir unos boquerones o una tortilla de patatas —o bueno, española—, unos pimientos de Padrón o una oreja de cerdo frita. Si el hambre no arredra, te recomendamos el rabo de toro, los chipirones en su tinta o la carrillera de cerdo al vino tinto.
El segundo restaurante que es Bulla está en la barra. Se trata de un espacio más desenfadado, con cerveza de barril y un bartender preparando tragos frente a ti. Este es el reino de la tapa o la media ración, donde te puedes sentar a tomar una caña y probar uno o dos bocados por un costo promedio menor al que pagarías en una mesa. Martín destaca la importancia de la barra como un lugar donde los clientes pueden disfrutar de una comida rápida y sabrosa, sin compromisos, mientras que en el comedor principal se ofrece una experiencia más completa.
Los dos restaurantes que son Bulla —el área de comedor y la barra— conviven felizmente en un tributo a la rica tradición culinaria de España. Con su cocina excepcional, su ambiente que mezcla sofisticación y desenfado, y su compromiso con hacernos pasar un buen rato, Bulla enriquece la vida gastronómica de la Ciudad de México.