El vino mexicano, cinco siglos de historia

Actualmente hay 14 estados de México donde crecen vides (Vitis vinifera) y se producen principalmente 18 variedades de uva.

Los viñedos y las bodegas vinícolas han comenzado a formar parte del paisaje de muchos estados mexicanos con tanta naturalidad que a veces se nos olvida que no siempre fue así. Aquí te contamos cómo nació esta tradición en los principales destinos vitivinícolas del país.

Aunque el mercado mexicano consume poco más de un litro de vino per cápita al año —sólo en Portugal se beben 52 litros por persona—, hay que tomar en cuenta que la historia enológica de México es mucho más reciente que la del Viejo Mundo. Además, ha tenido grandes tropezones que alejaron al consumidor del vino, como la gran prohibición impuesta en 1595 por el rey Felipe II, la filoxera que partió de América y afectó a los viñedos peninsulares, y una desvinculación cultural que se sumó a cargas fiscales sobre el vino de mesa. Sin embargo, en los siglos xx y xxi esta narrativa se ha tornado positiva con la proliferación de polos vinícolas.

Actualmente hay 14 estados de México donde crecen vides (Vitis vinifera) y se producen principalmente 18 variedades de uva. Estas cifras son el resultado de una historia que comenzó entre 1521 y 1524, cuando se plantaron los primeros viñedos en los territorios que más tarde conformarían la Nueva España. Cinco siglos y dos guerras después, Baja California, Coahuila, Guanajuato y Querétaro concentran hoy el 72% de la producción nacional en cerca de 6,474 hectáreas de viñedos. 

BAJA CALIFORNIA

A finales del siglo xvii, los misioneros jesuitas y posteriormente los franciscanos impusieron el cultivo de la vid en esta zona y establecieron ocho misiones, donde por razones evangélicas se requería la producción de vino para consagrar. Tiempo después, las leyes de desamortización atrajeron a poblaciones de rusos e italianos, entre otros, quienes además de trigo y cebada, cultivaron vides y olivos; una migración que no paró desde entonces.

Actualmente, en los valles de Guadalupe, Ojos Negros, Santo Tomás, San Vicente y Puerta Norte se produce el 75% del vino nacional, y existen más de 150 bodegas, algunas tan antiguas como Santo Tomás, fundada en 1888.

COAHUILA

Este estado posee una de las historias más arraigadas a la cultura del vino al tener la bodega activa más antigua de América, Casa Madero, en pleno pueblo mágico de Parras de la Fuente. Su historia comienza con el establecimiento de la Misión de Santa María de las Parras en 1568 por fray Pedro de Escobedo. La edificación quedó abandonada hasta 1592, cuando don Lorenzo García fundó ahí mismo la Hacienda de San Lorenzo, y en 1597, con permiso de la Corona española, se le otorga la posibilidad de crecer vides para producir vino de consagrar y brandy.  

El Pueblo Mágico de Parras, el primero del norte del país, ha sumado a sus opciones otras diez bodegas que se pueden visitar, como Don Leo o Rivero González, y otras más en puntos del estado como Arteaga.

GUANAJUATO

El padre de la patria, Miguel Hidalgo y Costilla, fue uno de los impulsores de la vinicultura en Guanajuato, uno de los primeros sitios donde se plantaron vides a la llegada de los españoles. Tras una larga pausa marcada por las guerras de Independencia y la Revolución, los viñedos retomaron su actividad hacia mediados del siglo xx, creciendo en varias rutas, algunas cercanas a San Miguel de Allende, León, Salvatierra y otra más por la ciudad de Guanajuato y Dolores Hidalgo.

Entre los nombres contemporáneos que han sido claves en la revitalización de la zona vinícola de Guanajuato está Juan Manchón, quien en 1978 empezó a producir mistelas en Dolores Hidalgo y, posteriormente, a impulsar con Ignacio Vega la bodega Cuna de Tierra, allá por el año 2000. 

QUERÉTARO

La historia de los vinos en Querétaro comenzó a mediados de 1500, cuando se sembraron las primeras Vitis vinifera en el valle de San Juan del Río, región que fue directamente afectada por la prohibición española y la guerra de Independencia. Aunque en 1821 se revirtió la situación, en 1910 se repitió la historia. Sin embargo, la vid siempre estuvo ahí, latente, esperando otro renacer que sucedió en 1972 con La Redonda. Esta vinícola, que podríamos reconocer como una de las primeras en Querétaro, produjo vino de mesa de mejor calidad.

Querétaro alberga hoy más de 30 bodegas que producen 200 etiquetas de vino en aquel estado. En la última década, esta zona ha vivido un boom gracias a las bodegas diferenciadas que han crecido a la par de La Redonda y la célebre hacedora de espumosos, Freixenet, entre ellas Vinaltura, Cava 57, De Cote, San Juanito Vinícola, Viñedos Azteca y Puerta del Lobo.

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