La historia del champagne en la F1

Una tradición que hemos podido disfrutar por décadas en el deporte motor.

En ocasiones previas hemos abordado cómo es que las burbujas se convirtieron en sinónimo de celebración, y tuvo que ser en Francia, cerca del mítico territorio de Champagne donde se comenzó con una tradición que lleva décadas en los podios de la máxima categoría del automovilismo.

Fue en 1950, en Reims, cuando se corría el Gran Premio de Francia, que pudimos ver la primera vez que se incluyó una botella en los festejos. El legendario piloto argentino, Juan Manuel Fangio, recibió de manos de Pablo Moët Chandon una botella de la clásica champaña, aunque en su momento no se abrían las botellas, pues eran consideradas más una especie de regalo o premio.

Pasaron 17 años para poder ver por primera vez una botella rociada en el podio, donde Dan Gurney tuvo la ocurrencia de agitar y abrir la botella para rociar a quienes le rodeaban en el podio de Le Mans 1967. Desde entonces, la tradición se ha mantenido firme, incluso con botellas de espumosos no alcohólicos en países donde la ley prohibe el consumo de alcohol.

Así, ha evolucionado una tradición que nos hizo ver a Max Verstappen, Checo Pérez, y Fernando Alonso celebrar este domingo 5 de marzo en el podio de Bahrein, en el arranque de la temporada 2023 de la categoría.

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