La cocina del mar es una de las más potentes y ricas de México. Tuvimos oportunidad de platicar con Gabriela Rodríguez, directora administrativa, y Humberto Herrera, director de operaciones, para conocer de primera mano la historia y la evolución de este restaurante, además de la recomendación de un menú maridaje para probar en este favorito tan rico al que siempre hay que volver.
PURO SABOR NORTEÑO
Hace 18 años, la oferta de comida del mar en la Ciudad de México provenía sobre todo de Acapulco y Veracruz; las preparaciones eran calientes, con mezclas de sabores que difuminaban el sabor de los mariscos, y las preparaciones en crudo eran impensables.
Cansados de buscar un lugar que sirviera auténticos mariscos de Sonora y Sinaloa, Humberto Herrera y Edgardo Estrada —fundadores de Mi Gusto Es— decidieron abrir un pequeño local en la colonia Narvarte, el barrio en el que vivían, sin saber que estaban en uno de los principales centros gastronómicos de la ciudad. Lo único que tenían en mente era que su restaurante fuera un lugar al que ellos irían a comer, un refugio para quienes extrañan el mar. El local era chiquito, tenía seis mesas y a diario recibían a unos 25 comensales. Dice Humberto: “Fue una bendición sin saberlo, porque era más pequeño de lo que queríamos. Eso nos permitió empezar pequeño, empezar a probar cosas sin tanto riesgo, y hacernos de una base de clientes a quienes les gustaba mucho y que hasta hoy nos acompañan”.
La noticia de una nueva cocina fresca comenzó a expandirse por toda la ciudad y después por otros estados de la República. Hoy, Mi Gusto Es tiene 16 sucursales repartidas en la Ciudad de México, el Estado de México, Cuernavaca, Mérida, Pachuca y Puebla.
Mi Gusto Es se convirtió en pionero y ahora es una referencia obligada de la cocina estilo Sinaloa y Sonora en la capital. Gabriela Rodríguez, directora administrativa, tiene claro que son un consentido de los comensales por la calidad de los productos y el servicio. Mantenerse como la mejor opción para comer mariscos no es fácil, y la autenticidad en los sabores es un elemento clave para lograrlo. Por ello, los productos más emblemáticos de su cocina vienen directamente del Pacífico y de las tierras norteñas: el chiltepín, por ejemplo, viene directo de Sonora, y, aunque conseguirlo implica más detalles logísticos, es un ingrediente fundamental, porque de otro modo los platillos cambian de sabor.
El menú tiene muchas opciones para pedir: tres tipos de aguachile (todos buenísimos), tostadas, ceviches, tacos, caldos, cocteles, mariscos, parrilladas con un delicado sabor ahumado y caldos potentes y deliciosos. Todo se prepara al momento y con la sazón norteña que hace sentir que estás comiendo en una playa sinaloense.
La experiencia en Mi Gusto Es transporta al comensal a una palapa frente al mar, gracias no sólo a los sabores, sino también por la ambientación. Cuando uno va a cualquiera de las sucursales puede ver detalles que evocan las costas del Pacífico, los tonos del atardecer —naranjas, morados y rosas—, palmeras, música y la calidez de la gente que está sirviendo:
“Cada detalle de nuestra decoración es un tributo a las tradicionales carretas de mariscos de Mazatlán”, dice Gabriela Rodríguez, de Mi Gusto Es.
MENÚ MARIDAJE EN EL REINO DE LA COCINA DE MAR
Gabriela y Humberto nos ayudaron a armar el menú más emblemático de Mi Gusto Es. En esta ocasión incluimos dos platillos y dos bebidas por cada tiempo, así podrás probar un poquito de todo.
Una tostada, compa. Hay que empezar con una tostada de atún: sobre una tostada rayada deshidratada —muy típica de Sinaloa— se ponen láminas de atún sellado con un poquito de aderezo de la casa, salsa de anguila y cebolla frita encima. Es una preparación sencilla pero insuperable. Una cerveza fría refuerza la sensación de frescura del plato.
La segunda recomendación es muy especial: se trata del Carrusel, un combo de filete zarandeado con camarones al mojo de ajo, en salsa de chiltepín, empanizados con coco y rellenos de queso y jamón. Para una dosis extra de camarones, pide el Salvavidas, una bebida a base de jugo de tomate, mezcal o tequila reposado, cerveza y camarones encima.
Un aplauso, por favor, ¡llegó el aguachile! El plato más pedido y uno de los más ricos de la carta es, sin duda, el aguachile verde, rojo o de habanero. Los camarones se sirven abiertos y curados con limón, encima se ponen rodajas de cebolla y pepino; todo va cubierto de salsa y con un poquito de sal de mar. ¿Verdad que se te antoja nada más de leerlo? Una copa de vino blanco de cuerpo delicado y fresco es lo que hace falta para neutralizar el picante y los sabores cítricos del plato.
La otra opción es pedir al menos un par de tacos: Demandado, de machaca de marlín o de camarón con queso y aguacate, y Chiludo, un chile güero relleno de pescado ahumado envuelto en tocino y servido en tortilla de harina. El coctel que le va a estas combinaciones de sabor es el Chilón, de pulpa de tamarindo, jugo de piña, licor de chile ancho y mezcal Monte Lobos Espadín.
¿Le ofrezco un postre? Para cerrar una gran comida del mar, pide el flan de rompope o de caramelo o el pastel de chocolate. La recomendación es acompañar tu elección con un buen carajillo, que aquí les queda espectacular.