San Ángel Inn: ícono de la cocina mexicana

Un restaurante que vive en el corazón de muchas generaciones.

Si hay un restaurante icónico en la zona sur de la Ciudad de México este es, sin duda, San Ángel Inn. Además del valor patrimonial del inmueble que lo alberga —una antigua hacienda con más de cuatro siglos de historia—, ha marcado para siempre la gastronomía mexicana y la memoria de varias generaciones que hoy vuelven a sus mesas para vivir una experiencia entrañable.

El nacimiento de un ícono

La historia de San Ángel Inn comenzó en 1616. Fundada como una hacienda agrícola, carácter que mantuvo durante cuatro siglos, a inicios del siglo xx basaba su bonanza en la producción de pulque. Entonces era conocida como la Hacienda Goicochea y estaba rodeada de huertas y elegantes quintas que las familias de la capital usaban como casas de campo. Al fraccionarse San Ángel como zona residencial, la hacienda cambió de vocación y se convirtió en un hotel —de ahí el “Inn” (posada) de su nombre actual—. Dirigido por Madame Jeanne Roux, recibió tanto a célebres viajeros como a los recién casados que venían en tranvía desde el Centro Histórico a pasar su noche de bodas, para luego partir a Cuernavaca a su luna de miel.

A mediados de siglo xx, la hacienda pasó a manos del ingeniero y músico Carlos Prieto, quien la prestó a los jesuitas para albergar las escuelas de Arquitectura y Artes de la Universidad Iberoamericana. Fue en 1963 cuando, con la colaboración de varios socios, el lugar se transformó en el icónico restaurante que conocemos.

Solidez y tradición

Las mesas de San Ángel Inn son el lugar donde los comensales continúan un relato que los conecta con varias generaciones. Muchas familias, luego de haber celebrado su matrimonio, por ejemplo, vuelven al restaurante con sus hijos y sus nietos para compartir y revivir memorias entrañables. Este sentido de familiaridad se debe también al servicio, las artes de mesa y el inmueble mismo, que se mantienen casi iguales desde hace seis décadas.

A prueba del tiempo

Los socios de San Ángel Inn aún recuerdan cuando el lugar estaba por inaugurarse; era natural que se sintieran nerviosos, ya que era el primer restaurante en una zona residencial al sur de la ciudad. Para sorpresa de todos, el día de la apertura había tanta gente que la comida se terminó y, literalmente, tuvieron que correr al mercado de San Ángel a comprar más ingredientes.

En 60 años de historia, por San Ángel Inn han pasado solamente cuatro chefs mexicanos, quienes han asumido la encomienda de mantener los sabores caseros que marcaron su vocación. Si bien algunos platillos se han ido adaptando de manera muy sutil a los nuevos paladares, conservan intacta su esencia. Por ejemplo, todas las salsas bases se hacen en casa y desde cero, filosofía que se repite en platos emblemáticos como los sesos en mantequilla negra, el mole poblano, las islas flotantes y, en temporada navideña, los romeritos y el bacalao.

 

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