Un crisol de culturas musicales

Mocorito puede presumir de muchas tradiciones: la música es una de ellas.

Además de sus maravillas naturales, Mocorito es un crisol de culturas musicales, presume de ser la cuna de la música de banda, también conocida como tambora sinaloense o, la música de viento. La tambora surge en el siglo XIX, proveniente de las distintas oleadas culturales europeas, se consolidó a inicio del siglo XX, particularmente en las zonas rurales de Sinaloa. A partir de la segunda mitad del siglo XX, las bandas sinaloenses desarrollaron un estilo distintivo que mezclaba géneros populares europeos —huapangos, corridos, polkas, valses, mazurcas y chotises— con otros de origen latinoamericano, como boleros, baladas, corridos, cumbias y sones jarochos. Canciones como “El manisero” o “Mi cafetal” enriquecieron poco a poco el repertorio de los músicos de viento.

Con un promedio actual de entre 14 y 20 integrantes, cuentan con trompetas, clarinetes, saxores, trombones, sousafones, bombos, bajos, tarolas, platillos, también congas, bongos, güiros y timbales para interpretar géneros como cumbias, charangas, mambos o danzones. Incluso, las bandas interpretan temas tradicionales como “El sauce y la palma”, “El niño perdido”, “El caballo bayo” y la canción mocoritense por antonomasia: “Brisas del Mocorito”, compuesta en 1909 por el violinista duranguense Alberto Alvarado López, convirtiéndose en un himno local. No hay banda sinaloense de renombre que no la integre a su repertorio.

También en la historia musical de Mocorito se encuentra el corrido “Los caballos que corrieron”, que narra la famosa carrera parejera entre El Alazán y El Rosillo, alias “El caballo de los pobres”. La competencia ecuestre, que en 2023 cumplió 100 años y tuvo lugar en el pueblo de San Benito el 19 de marzo de 1923. Según la historia, esta carrera enfrentó a dos caballos legendarios: El Alazán, perteneciente a los adinerados, y El Rosillo, propiedad de la clase trabajadora. La legendaria carrera generó gran interés en la región y atrajo a numerosos espectadores y apostadores.

Como la misma canción relata, el ganador fue El Rosillo, y que fue devuelto a la sierra por “ladrón”. Este corrido ha sido interpretado por numerosos artistas, se mantiene relevante a pesar de las variaciones en su letra a lo largo del tiempo.

Entre la tambora y el trombón, ¡que viva Mocorito!

Un crisol de culturas musicales

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