Desde su origen, los vinos espumosos están ligados a los festejos. En España, su versión más exquisita es el Cava, que por su brillo y sabor es la estrella burbujeante de las fiestas de fin de año.
El espumoso español
La historia del Cava comenzó en el siglo xix, cuando un grupo de catalanes decidió comenzar de nuevo después de que la plaga de filoxera acabara con buena parte de los viñedos del Viejo Mundo. El espumoso ya se producía en España con el mismo método que se usaba en Francia para elaborar Champagne, sin embargo, ante el desafío de la plaga, algunos viticultores del Penedés, en Cataluña, decidieron sustituir las variedades tintas por las uvas blancas locales, Macabeo, Xarel·lo y Parellada, las cuales le han dado su propia personalidad.
En 1972 se creó la Denominación de Origen Cava para bautizar al espumoso español elaborado con método tradicional: luego de la primera fermentación del vino, éste se embotella y se le añaden azúcares y levaduras, las cuales de manera natural producen gas carbónico, es decir, las codiciadas burbujas.
Las únicas regiones españolas que pueden llamar a su espumoso con el apelativo Cava son los producidos en los Condados de Barcelona, Valle del Ebro, Zona del Levante y Viñedos de Almendralejo.
El preferido en Europa
En 2020, expertos en investigación de mercado se reunieron en Cataluña, sede de la Denominación de Origen Cava, para presentar los resultados de unos estudios que sorprendieron a propios y extraños. Las agencias mostraron que el espumoso español es el preferido por las familias europeas, incluso por encima del Champagne y el Prosecco. Esta predilección se debe a que su elaboración por el método tradicional lo hace más agradable al gusto y, por su tipo de uva y procedimiento, armoniza con la comida de muchísimas regiones del mundo en las que tiene presencia.
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