El inicio
En la década de 1980, Eduardo Guilisasti Tagle, entonces presidente de Concha y Toro, soñaba con producir un vino chileno de clase mundial que expresara la identidad de su terruño y así nació Viña Don Melchor. En 1986, Rafael Guilisasti Gana —hijo de Eduardo— viajó a Francia junto a Goetz Von Gersdorff, enólogo jefe de la compañía y director técnico de todos los vinos de Concha y Toro en aquellos años, con el objetivo de mostrar el Cabernet Sauvignon proveniente del viñedo Puente Alto a Emile Peynaud, célebre enólogo de Burdeos y considerado padre de la enología moderna. Peynaud se sorprendió de inmediato con la extraordinaria calidad proveniente de este viñedo, confirmando la indudable potencia de esa tierra para el desarrollo de un vino sin precedentes en Chile.
Peynaud sugirió la asesoría de su más cercano colaborador, Jacques Boissenot, consultor de los más prestigiosos chateau franceses y con experiencia en vinos de la región de Médoc. Desde la primera cosecha, realizada en 1987, hasta 2013, Jacques Boissenot estuvo involucrado en el proceso de la mezcla del vino. Hoy su hijo, Eric Boissenot, es quien continúa su legado y con quien Enrique Tirado determina en conjunto el proceso de mezcla final del vino.
Enrique Tirado, la mente detrás de Don Melchor
El camino de Enrique comienza en 1995 como parte del equipo de Concha y Toro, y bastaron sólo dos años para que se hiciera cargo de Don Melchor, el vino más icónico de Chile. Sus profundos estudios sobre el clima y el suelo de Puente Alto, así como el conocimiento del manejo agrícola y la implementación de nuevas tecnologías en vinificación, le han permitido convertirse en el sabio más grande del Cabernet Sauvignon de ese terruño que, en su añada 2018, recibió un puntaje perfecto. Dice Enrique:
“Siento un gran orgullo de ser parte de la historia de Don Melchor. Llevar 23 vendimias te permite un acercamiento distinto al vino, lo sientes como una parte tuya. Por otro lado, sabemos que tenemos una gran responsabilidad de hacer un gran vino cada año”.
“La perseverancia en la búsqueda de la mejor expresión y calidad nos ha permitido obtener en 2018 lo que llamamos una cosecha perfecta”, dice Enrique. Las uvas de ese año permitieron crear vinos muy expresivos y con la madurez precisa.