Viaje a San Miguel de Allende: un destino clásico, sorprendente y con mucha personalidad

Por Selene Mazón

Ahora que los viajes cortos en carretera marcarán la nueva normalidad en viajes, es la mejor oportunidad de visitar San Miguel de Allende, joya de Guanajuato conocida por sus paisajes impresionantes y sus sabores.

PRIMERA PARADA: HISTORIA Y SABOR EN SAN MIGUEL DE ALLENDE

Pocas ciudades pueden presumir que lideran el ranking internacional de destinos favoritos. San Miguel de Allende es una de ellas. Ubicada a cuatro horas de la Ciudad de México, por años ha ocupado los primeros puestos en todos los listados de mejores lugares para visitar en el mundo, tanto para viajeros nacionales como extranjeros.

En medio de montañas de la Sierra Gorda y los valles del Bajío, San Miguel de Allende es uno de los destinos más cosmopolitas y emocionantes de México. En pocos años se ha convertido en un verdadero imán de personas de todo el mundo, que llegan a este destino por curiosidad y, en muchos casos, regresan para instalarse definitivamente. Así de fuerte es su magnetismo.

Entre calles y fachadas fotogénicas

En sus orígenes, la ciudad formó parte del Camino Real de Tierra Adentro, una ruta comercial de cerca de 3,000 kilómetros de longitud que por siglos comunicó la capital mexicana con Nuevo México, en Estados Unidos. La ruta pasaba por los yacimientos de plata más importantes de la Nueva España. La riqueza de la herencia minera de San Miguel de Allende se refleja en la majestuosidad arquitectónica de sus calles, su diversidad gastronómica y su oferta creativa, artística y cultural. Hoy es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y, en consecuencia, un sitio que debe visitarse por lo menos una vez en la vida.

Protagonizado por una imponente catedral gótica, el Centro Histórico es un encuentro mágico de caminos empedrados, casonas coloniales de coloridas fachadas, galerías de arte, centros culturales y rincones llenos de historia. Año con año, en sus alrededores crece la variedad de restaurantes, hoteles boutique y experiencias de todo tipo. Un día puedes perderte entre callejones y rincones coloniales o comer un elote en una esquina, y al siguiente cenar en uno de los restaurantes más exclusivos de la región. En sus calles casi siempre hay música. Ya sea el sonido de las guitarras, el acordeón o bien del mariachi, este destino es una fiesta permanente que marida bien con un buen mezcal o una fresca copa de vino.

Gastronomía de cinco estrellas

A San Miguel se tiene que llegar con hambre y disposición para sorprenderse, pues uno de sus atractivos más interesantes es la enorme creatividad gastronómica. Es un laboratorio de experimentos culinarios al que, desde hace algunos años, chefs de talla internacional llegan con propuestas sorprendentes, y es inevitable ceder a la curiosidad. Uno de los imperdibles está ubicado en el Hotel Matilda. Se trata de Moxi (que significa “antojo” en otomí), cuya cocina, desde febrero de este año, está a cargo del chef Paul Bentley. Su tortellini de barbacoa, garbanzo frito y caldo de cordero vale todo el viaje.

También hay que visitar Áperi, a cargo de los chefs Omar Henríquez y Ulises Delgado Altamirano. Sus platos, elaborados con productos locales, son verdaderas obras de arte. Para probar un poco de todo, hay que ir por la cena de degustación, de tres, cinco u ocho tiempos, o apostarlo todo al delicioso lechón cocido sobre una salsa macha.

SEGUNDA PARADA: PEQUEÑO PASEO NATURAL

Basta salir un poco de la ciudad para encontrar excelentes opciones de ecoturismo, olvidarse de todo y conectar con la naturaleza. De hecho, casi todos los visitantes que llegan a San Miguel recomiendan una cosa: “traer zapatos cómodos”. Y es que sí: este destino se disfruta al aire libre y caminando. El jardín botánico El Charco del Ingenio, muy cerca de la ciudad, es una reserva natural de 70 hectáreas y tiene una de las mayores colecciones de suculentas en México, entre las que fácilmente se puede pasar una mañana entera.

Para disfrutar de los paisajes rurales de la región, nada mejor que animarse a hacer un recorrido a caballo. Hay varios operadores que ofrecen paseos por ríos y capillas en ruinas que datan del siglo XVII. Para quienes buscan un momento inolvidable y muy fotogénico, hacer un viaje en globo aerostático para admirar la ciudad desde las alturas es una opción insuperable.

San Miguel se ha ido reabriendo al turismo desde junio. Tiene un certificado avalado por el Consejo Mundial del Viaje y el Turismo (WTTC), lo que lo convierte en un destino seguro para los viajeros.

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